Biblioteca Popular Cachilo

Una Biblioteca de Plantas fue construida en los muros de la Radio Comunitaria Aire Libre y Biblioteca Popular Cachilo entre el 4 y el 6 de septiembre de 2012. En el marco de la Residencia El Levante, sobre soberanía alimentaria.

Fueron sembradas especies que recolecté en los viajes por Argentina, y entonces es también un pequeño mapa vivo de la diversidad del país.
























La Biblioteca será inaugurada el 22 de septiembre, con títeres, cuentos y en el día de la Biblioteca Popular, gracias a La Cachilo!!! 

Este es el texto sobre la Biblioteca de Plantas de la Cachilo

El martes 4 de septiembre llegué a la Biblioteca Cachilo con un pequeño cargamento de plantines -tomates, frutilla, albahaca, menta, tomillo-, y con una bolsita de las semillas que había recolectado en los diferentes encuentros que tuve en Argentina. El 4 era un día clave, se cumplía un mes exacto desde que llegué a Argentina, y sembrar allí, en La Cachilo, era -cómo decirlo y que tenga toda la fuerza de lo que sentía-, un resumen muy justo de lo que fue mi vivencia de un mes en Argentina, de lo que fue mi residencia con El Levante.

Sembraba las semillas de mis viajes por el país, de la Feria de Semillas de Catamarca (brindadas por indígenas y campesinos de muchos lugares de Argentina), de Santiago del Estero (brindadas por la Asociación de Familias con Identidad Huertera), de Punta Lara (brindadas por Silvina de Ala Plástica), del Banco de Semillas Ñanderoga (brindadas por Lucho), además de aquellas plantas que vi en los Parques Huerta de Rosario.

Y, por si eso fuera poco, sembraba una Biblioteca de Plantas en los muros y en el jardín de esta Biblioteca Popular Cachilo, en los muros de la Radio Comunitaria Aire Libre, es decir, sembraba, realmente, como escritura. Y podía hacer mundo, hacer tierra, lo que hablamos con Claudia, Víctor, Ariel, Paulina, Verónica, Jacqueline, sobre las relaciones entre escribir y sembrar, leer y comer.

Y recordaba la frase de Ariel: “Dar vida es sembrar, dar vida es escribir”.

Pasé el día removiendo tierra, regando, sembrando. A la tarde Víctor me ayudó a construir la cerca, a poner los chazos con el taladro. Tomamos fotos, llegaron Graciela y Valentina y todos juntos tomamos mate con galletas.

Al día siguiente, junto a Paulina, hicimos los letreros para las plantas y escribimos el título: “Biblioteca de Plantas”. Al tercer día, jueves 6, pusimos los letreros, las botellas que habrían de acompañar el sembrado y cercamos junto a Víctor, Ariel y Claudia.

A mi regreso, en Bogotá, vi las fotos que tomaron los Cachilos, la Biblioteca sigue ahí, viva, creciendo, y será inaugurada con un cuento “Ay pajarita si yo pudiera” y con una presentación de títeres, el 22 de septiembre.

Poder brindar algo a La Cachilo, poder trabajar con ellos materializando palabras, haciéndolas tierra, haciéndolas plantas que maduran y dan frutos, ver hecha vida una metáfora.

Tal vez La Cachilo es eso también y por ello abrieron las puertas a la Biblioteca de Plantas: es una metáfora hecha vida, es esperanza, un lugar donde saben que las palabras son tan reales como las palabras o como las plantas. Desde que salí con ellos un sábado a la vereda, a ver cómo es eso de que llevan los libros a la misma calle y prácticamente los siembran en el suelo para que estén a la mano de los niños, rogué porque abrazaran la idea de la Biblioteca de Plantas.

Y recuerdo la respuesta de Claudia cuando le propuse hacer la biblioteca: “Vení, Ariel, vení, morite de amor, escuchá esto, María nos va a hacer una biblioteca de plantas, morite de amor”.

Cuando llegué ese 4 de septiembre, con mis plantas, y encontré arreglada para el trabajo una caja de pinturas, pinceles, maderitas cortadas por Víctor a la medida, cuerdas y palas, y ví que en la Cachilo todo era posible y al instante, me morí de amor yo misma.


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